La navegación en la Prehistoria.

Es difícil precisar el concepto de navegación prehistórica y primitiva puesto que, al margen de la dificultad de contar con fuentes fiables, cabe pensar que las diferentes poblaciones o grupos sociales no desarrollaron las diferentes técnicas al mismo tiempo. De buen seguro existieron una serie de pasos intermedios que, por desgracia, no han podido ser documentados por la Arqueología. Se han encontrado restos de pequeñas embarcaciones realizadas con troncos, balsas, etc. que permiten explicar pequeños desplazamientos como cruzar ríos caudalosos, o incluso llegar hasta islas litorales o atravesar pequeños estrechos, pero estos desplazamientos apenas pueden considerarse todavía navegación. Los restos más antiguos en un entorno próximo son la aparición de troncos de árboles, normalmente vaciados a fuego, que se han conservado en circunstancias excepcionales, como en turberas, fondos de lagos, etc. La organización de balsas unidas a base de cuerdas también pudo ser un procedimiento paralelo, pero resulta muy difícil de documentar el uso de cuerdas o elementos de unión de los troncos. En Brigg, una pequeña población en el área de Lincoln (Inglaterra), se encontró un tronco de roble de 15 metros de largo por dos de ancho que podía llevar unos 30 remeros. En Francia, en la desembocadura del río Loira, han aparecido otras embarcaciones con una longitud entre los 4 y los 9 metros de largo y con anchuras que varían de 60 a 90 cm. Todos estos hallazgos están datados en el periodo mesolítico.

 

Nawi

Aborígenes australianos navegando con un tronco vaciado.

Debemos acudir a fuentes literarias que nos permitan afirmar la existencia de navegación prerromana. Estrabón en su «Geografía (III, 3-7)» afirma “el Betis, a lo largo de sus orillas, está densamente poblado y es navegable corriente arriba (…) Así pues, hasta Hispalis la navegación se efectúa en embarcaciones de tamaño considerable (…) hasta las ciudades de más arriba hasta Ilipa en barcos más pequeños, y hasta Corduba en lanchas fluviales hechas hoy en día con maderos ensamblados, pero que antiguamente se confeccionaban a partir de un solo tronco. El tramo superior hasta Castalon no es ya navegable». [Betis es el actual río Guadalquivir, Hispalis se localiza en la actual Sevilla, Ilipa es el actual Alcalá del Rio y Corduba corresponde a Córdoba]. Más adelante, el mismo autor también señala que en la península ibérica, los montañeros del Norte «para las subidas del mar y los pantanos usaban, hasta la época de Bruto, embarcaciones de cuero, pero hoy día incluso las talladas a partir de un solo tronco son ya raras”.

El uso de embarcaciones construidas con pieles por los pueblos atlánticos está atestiguado por Aviceno en «Ora Marítima (98-107)» al señalar que los habitantes de las islas Estrímnides «surcan con sus pataches, aventurándose a largas distancias, una mar agitada por el fuerte viento y el abismo del océano preñado de endriagos. De hecho, no saben ensamblar sus quillas a base de madera de pino y tampoco, como es usual, alabean sus faluchos con madera de abeto, sino que, algo realmente sorprendente, ajustan sus bajeles con pieles entrelazadas y a menudo atraviesan el extenso mar salado en estos cueros».

En este periodo prerromano podía distinguirse dos tipos de navegación, tanto en la zona mediterránea como la atlántica:

  1. Era una navegación costera con la referencia de tierra siempre a la vista. Las embarcaciones que la practicaban disponían de unas dimensiones reducidas, un pequeño porte y eran muy dependientes de los vientos y corrientes a la hora de navegar. Eso exigía disponer de una gran maniobrabilidad para evitar quedar encallados en bancos de arena o destrozados por las rocas. Al realizar recorridos habitualmente diurnos, y casi nunca por la noche debido a la falta de visibilidad y cercanía de la costa, el trayecto diario solía ser de unas 25 millas.
  2. Se trata de una navegación en la que ya son necesarios una serie de conocimientos, técnicas navales y sistemas de orientación más complejos. Era imprescindible contar con una nave más resistente, de mayor capacidad y, naturalmente, de mayor tamaño. Por otra parte, había que poseer nociones de navegación nocturna como la orientación a través de la Luna, las estrellas u otros medios auxiliares.

En la navegación costera lo habitual era utilizar sistemas de orientación básicos como la mera observación del entorno, de la geografía y del lugar por el que se iba desplazando la nave. Evidentemente, tanto en la navegación prehistórica como de la Edad Antigua, no se contaba con cartas náuticas o elementos como la brújula o el astrolabio, inventos propios de la Edad Media y principios de la Edad Moderna.

 

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